El cargo de mayor jerarquía en el Antiguo Egipto fue el de visir, el soberano delegaba en el las funciones de gobierno, era su representante directo en cuestiones de dirección y administración civil y en todo lo concerniente al palacio.
Entre sus deberes se contaba la administración de los dominios reales, labor que incluía la elección del emplazamiento de la tumba real y de su construcción, una vez muerto el soberano, el visir se ocupaba de supervisar el banquete funerario y el acompañamiento musical.
Era responsable de las granjas, los talleres, la mano de obra, recaudar impuestos, impartir justicia y nombrar a los magistrados.
El titulo está documentado desde la época Tinita, en el milenio II a.C, manteniéndose durante el Imperio Antiguo.
En tiempos del Imperio Medio aparece intermitente hasta principios de la dinastía XVIII, que es cuando el cargo se desdobla en dos visiratos, uno controla el sur (Alto Egipto) y el otro el Norte ( el Delta o Bajo Egipto).
Al visir se le concedían tierras, una gran mansión con jardines de plantas y árboles frutales, cocineros, sirvientes...
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